NOCIONES ARTE MODERNO (VII) –DESDE FINALES S.XIX
ARQUITECTURA FIN DE SIGLO (3ªparte) “LA ESCUELA DE CHICAGO”
Texto: Pepe Hernández Rubio
En Estados Unidos, en las últimas décadas de siglo S.XIX se estaba forjando sucesivamente una serie de trabajos muy determinante en la modernidad estética arquitectónica. La teoría del funcionalismo, acorde con los nuevos tiempos, se erigía como fundamento de primer orden para la arquitectura del futuro. La industrialización galopante y las reordenaciones urbanas de muchas ciudades norteamericanas exigían construcciones sólidas y dinámicas, eficientes y atractivas. Por tanto, se iba a imponer una arquitectura racionalista que no sólo superó sus propias reminiscencias eclécticas de carácter decimonónico, sino que también concibió en sus edificios una mentalidad libre de prejuicios, buscando nuevas soluciones funcionales para conseguir el máximo aprovechamiento del suelo, utilizando los espacios interiores de manera pragmática. Los nuevos arquitectos redefinieron, en suma, la fisonomía de las grandes ciudades con la nueva tipología de rascacielos. Triunfaba un sentido funcionalista según las necesidades de los habitantes de las grandes metrópolis, progresivamente alejándose del sistema formal imperante historicista, pero no del todo. El debate entre el pasado y el futuro apuntaba de manera clara hacia una racional interpretación del progreso. Y Chicago sería uno de los escenarios donde se cimentaba la verdadera sociedad contemporánea. A ello contribuyó el pavoroso incendio de 1871 que devastó a la ciudad, lo que impulsó la necesidad de reconstruir de manera urgente, abriendo un amplio horizonte de creación artística. Los nuevos edificios albergarían desde entonces sólidos armazones metálicos junto al ladrillo o mampostería, un hallazgo estructural y plástico para la nueva arquitectura comercial y de servicios.
Así, Chicago como punta de lanza, acogería los trabajos de Henry Richardson (1838-1886), todavía influenciado por el estilo europeo, o de William Le Baron (1832-1907), el primer constructor de un rascacielos, el Home Insurance Building en 1885. Éste sería un prototipo de esqueleto arquitectónico despojado de sutilezas estilístico-figurativas, reduciendo la decoración a lo esencial, por lo que vino a integrarse en la llamada “corriente estructuralista”.
Home Insurance Building (Chicago)
Pero el que definiría con mayor contundencia el nuevo estilo de la llamada Escuela de Chicago sería Louis Henry Sullivan (1856-1924). Él mismo llegó a comentar: ”sería de desear que durante unos años renunciáramos por completo a todo ornamento, de tal modo que pudiésemos concentrar nuestro pensamiento en la construcción de edificios que sean agradables en su desnudez”. A pesar de todo, los matices historicistas no desaparecieron del todo y se recurrió a ciertos elementos de tradición europea, en sintonía con esa concepción de pureza estructural, como se verá. Y todo, porque el mismo Sullivan, que había visitado París, y que comprendía que su nación americana reclamaba innovadoras fórmulas arquitectónicas, todavía podía observar que los arquitectos americanos estaban influenciados por matices neogóticos. El historicismo seguía presidiendo, a menudo, razonamientos constructivos. Una obra imponente de arquitectura metálica fue el Guaranty Trust Building en Nueva York, de marcadas líneas verticales rematadas con áticos de ornamentación modernista. Por su parte, la planta baja se diseñó para forjar una suerte de diálogo entre el edificio y su entorno urbano.
Guaranty Building (Buffalo-N. York)
En cuanto al Auditorium Building (1889), de Sullivan y del ingeniero Dankmar Adler, en el apogeo de la Escuela de Chicago, supone un vasto y complejo edificio manteniendo los cánones de pragmatismo arquitectónico, pero con la decoración de soberbios arcos monumentales en la fachada, que recuerdan a obras de inspiración europea.
Auditorium Building (Chicago)
Y es que, Sullivan abogaría por una arquitectura genuinamente estadounidense, en la que todo arte debía fundarse en una metodología científica, de modo que la dimensión estructural determinara la configuración artística exterior. Ejemplo de ello es el Wainwright Building, donde “la forma es resultado de la función”, empleando en la cornisa recursos ornamentales superficiales de gran riqueza; se aligera así la contundencia de las fachadas que, no obstante, mantienen una armonía rítmica.
Wainwright Building (St. Louis)
Son todos edificios de gran altura agradecidos por las nuevas soluciones formales, teniendo en cuenta no solo los nuevos materiales, sino también los avances técnicos, en especial el ascensor y las estructuras de aceros. Y como argumento estructural de la forja constructiva, en aras de la búsqueda de seguridad ignífuga, los arquitectos Burham y Root levantaron el Roockery Bulding, también con reminiscencias historicistas: elementos de almohadillado, gruesas columnas y leves arcadas, a lo que añadieron un revestimiento de vidrio muy innovador.
Roockery Bulding (Chicago)
Paradójicamente, estos nuevos aires de creatividad no fueron debidamente considerados por críticos y poderes públicos, donde la arquitectura quedaba ocultada por fachadas neogóticas. Sullivan quedaría relegado a la soledad y la miseria, pese a su gran talento constructivo, basado en hacer de las fachadas un todo comprensible, y no una desmadejada sucesión de pisos y columnas. Porque todos sus edificios muestran una maestría indudable en el dominio de la masa, el ritmo y el ornamento. Sin embargo, un discípulo aventajado como Frank Lloyd Wright (1869-1959) sí que perpetuaría el espíritu de la Escuela de Chicago más allá de sus fronteras. La nueva “arquitectura orgánica” de las décadas siguientes se convertiría en una fórmula ampliamente cultivada por arquitectos y artistas de todo el mundo, a través de obras de enorme calidad artística y constructiva.
Continuará con Wright,,,