EXPOSICIÓN DE PINTURA
“PIEDRA Y PIEL”
MAGDALENA ZAMORA
CEHEGIN: La Galería (C/López Chicheri, 4) Inauguración 16 dic. Hasta el 8 enero.
Textos: Frco. Peñalver Rodríguez y Magdalena Zamora
Piedra y Piel, exposición en la que Magdalena Zamora, nos invita a la contemplación de un motivo central en su obra como es el cuerpo humano. Tema presente en su producción desde comienzos de los años 90 cuando arranca su carrera profesional como artista, y que, fiel a sí misma, reexamina constantemente, ofreciéndonos una nueva perspectiva sobre el mismo con cada nueva exposición.
Utilizando el mármol como base – que junto al barro cocido, es uno de los materiales que la distinguen -, y explotando la fuerza de las tintas (azul, negra, fundamentalmente, y roja), nos lleva a través de una serie de imágenes que presentan al cuerpo, a la vez, como protagonista de sí mismo y como vehículo de expresión del ser que lo habita. Piedra quebrada que dota a las obras del agradable regusto de la Antigüedad.
“Utilizo las tintas por la fuerza con la que me permiten expresarme, y el mármol porque a lo largo de mi carrera he realizado muchas pruebas en busca de algo que no lograba concretar, pero que tenía claro que quería encontrar; y lo hice con el mármol como soporte y las tintas como medio. El barro no me satisfacía por su respuesta con las tintas y el tema a expresar. Pero el mármol, para mi sorpresa, sí lo hizo. Después de varias pruebas llegué a lo que buscaba y desde entonces, hace muchos años, vengo utilizándolo y trabajando con él para lograr un expresión más refinada y adecuada de aquello que veo, que siento y estoy convencida que tiene que ser expresado; muy especialmente en este tema tan sustancial para mí como es el del cuerpo humano”
“De una u otra manera, inconsciente o consciente y deliberadamente, el arte del Renacimiento y del Barroco me ha tocado y me toca profundamente y no puede dejar de estar presente, y lo está, en muchas de mis obras y en las que forman esta exposición más.” (M. Z.)
Imágenes de una aparente multitud que en realidad y al final, es sólo uno y un único ser. Cuerpos que en unos casos se muestran e interpelan al espectador y en otros habitan su propio espacio, su propio mundo; pero que sin advertirlo son contemplados por la mirada de otro, que lejos de una suerte de vouyerismo, asiste y es llamado a su espacio y al viaje en intimidad conjunta.
Radicados, en forma y contenido, en el fértil legado de los grandes artistas de la historia, no es casualidad que sus cuerpos se encuentren inscritos dentro de un tondo o círculo -forma que simbolizaba la perfección para los renacentistas y que si bien ya se había utilizado con anterioridad, es en el arte de estos siglos cuando adquiere su mayor éxito-. Así mismo, no desdeña beber en otras fuentes y es por ello que alcanza un equilibrio entre la representación clasicista y el gesto contemporáneo. Inscritos en la atemporalidad y la ahistoricidad, unos en un mundo de serenidad prenatal, otros en un momento emocional que evita el espasmo y el expresionismo trágico.
F.P.R.