Skip to main content

EXPOSICIÓN FOTOGRAFÍA: “LA HUELLA ES EL MOLDE DE LA AUSENCIA”

 TOMY CEBALLOS. Sala Verónicas-Murcia  

Hasta el 18 de mayo.

Texto: La Opinión. “La huella es el molde de la ausencia” solo podía ser completa si se combatía la habitual frialdad de Verónicas con la violencia de los focos –cortesía del iluminador Fran Cascales– que cubren de rojo el pasillo central de la nave. Esa luz ha marcado en cierto modo la trayectoria de este atípico fotógrafo. Tan atípico que en ninguna de las obras expuestas –todas originales, nada de reproducciones– ha intervenido una cámara. Quizá para los más doctos en la materia no tenga ningún misterio, pero quienes se acerquen de nuevas a Tomy Ceballos van a flipar… Porque poco tiene que ver su obra con la de casi cualquier otro fotógrafo. Por Verónicas sobrevuela inevitablemente la sombra de Man Ray, pero el murciano redobla la apuesta del estadounidense por la abstracción. Y lo hace, efectivamente, sin un objetivo y obturador que controlen la luz con la que dejar su huella. O la de otros. O la de ciertos objetos. O la de las olas del Mediterráneo. O incluso la de la propia luz.

La obra que preside la muestra y que mejor ilustra su concepto más innovador: el ‘fotograma corporal’, sobre el que gira la selección expuesta, que incluye obras desde finales de los ochenta hasta piezas mucho más recientes. El segundo vídeo, de hecho, documenta la toma de dos imágenes en Calblanque el pasado mes de octubre. Están expuestas en la antigua capilla y, junto a ellas, Ceballos y Pedro Medina –comisario y socio irrenunciable de este proyecto– presentan un audiovisual en el que el visitante puede disfrutar de cómo las olas que bañan la costa cartagenera son capaces de moldear una obra de arte fotográfico con apenas la ayuda de un flashazo.

El propio Medina recuerda una frase del caravaqueño que sintetiza su filosofía como artista: «El mundo se ha convertido en mi laboratorio». Y ahora ese mundo, el de Tomy Ceballos, que ha vivido media vida atravesado por esa luz roja en un cuarto oscuro, se despliega hasta el 8 de mayo en Verónicas para gozo del visitante (del profano y del experto, que tendrá al murciano como lo que es: un referente internacional).

Texto: Asier Ganuza

La muestra, titulada La huella es el molde de la ausencia, recogerá obra de Ceballos que abarca desde sus inicios, a finales de los años ochenta, hasta piezas de muy reciente creación, algunas incluso de 2021. Así, en la antigua iglesia barroca se podrá disfrutar de «varias de las piezas que otorgaron al artista caravaqueño fama internacional», tal y como informó este martes el Instituto de las Industrias Culturales y las Artes (ICA) por medio de una nota de prensa. Entre ellas, por ejemplo, sus ‘fotogramas corporales’, obras en las que los cuerpos intervienen directamente sobre material fotosensible, eliminando la cámara de la ecuación; o, lo que es lo mismo, «una apología de la intimidad y de esa ‘distancia cero’ entre el objeto y la huella», una idea muy presente a lo largo de toda la carrera de este innovador autor, un auténtico «renovador» del arte de la fotografía.

La exposición –comisariada por el filósofo y doctor en Ciencias de la Cultura, Pedro Medina– acercará al espectador «a una obra que ha ido evolucionando, desarrollando numerosas variantes del fotograma y en la que la dimensión performativa adquiere suma importancia, pero también con la que, gracias a una experimentación incesante, ha generado infinidad de técnicas propias y procesos con diferentes medios: desde los rayos X a la experimentación digital», avanza el ICA. De hecho, y en este sentido, Ceballos reconoce que esta no será una retrospectiva «convencional»: «No se ha seguido un recorrido cronológico, sino que se ha intentado captar un ‘espíritu’. Para ello, partimos de dos presupuestos: por un lado, pensamos que, para las nuevas generaciones, toda imagen es una imagen digital, y sería interesante mostrarles procesos que no han conocido; y, por otro, optamos por aquellas piezas que tuvieron más éxito internacional, que son principalmente los fotogramas», apunta el artista.

«De esta manera –añade–, se plantea todo como una oportunidad de volver a pensar la esencia de la fotografía. De ahí que hayamos intervenido la sala para crear una atmósfera mucho más sugerente que recuerde un laboratorio fotográfico», desvela. Para Ceballos, de 62 años, ha sido «una gran suerte» poder revisar y reunir gran parte de su obra: «¡Ni yo mismo la había visto nunca junta!», señala con sorna. Y buen parte de la culpa de que esto sea así es del propio Medina. «Sin él no había podido realizar esta retrospectiva», reconoce.

«Al final, y aunque otros espacios habían demostrado también interés por esta retrospectivas, pensamos que Verónicas era la sala que mejor se adaptaba a nuestras necesidades», explica el caravaqueño, que asegura que son «innumerables» las versiones de la exposición que han pensado juntos. «Esperamos que esta última sea la que guste a todo el mundo», añade. Porque la realidad es que no es fácil para un artista de su trayectoria –y amplia producción– hacer una selección como la que ya se encuentra ‘colgando’ en Verónicas. «Es lo que tiene llegar a cierta edad, que son muchos los caminos creativos que he explorado…», afirma.

Texto: Catálogo de la exposición. La Sala Verónicas presenta la retrospectiva de Tomy Ceballos, figura esencial de los nuevos comportamientos fotográficos en España. Es reconocido como gran renovador del fotograma –no mediando cámara alguna en la producción de la fotografía–, gracias al uso poético y onírico que hace del mismo, ofreciendo desde finales de los ochenta una amplia gama de propuestas formales, que van evolucionando en diálogo con otras técnicas y siguiendo aspiraciones como la búsqueda de volumen de la escena fotografiada. Por ello, su obra manifiesta una constante inquietud, que se traduce en la incesante investigación acerca de las posibilidades artísticas de la fotografía.

Su retrospectiva no se plantea cronológicamente, sino como el intento de captar la esencia de la imagen fotográfica, entendida como la “presencia de una ausencia”, tal y como describe Plinio el Viejo el término “imagen”. De hecho, la ambigua formulación del título de la exposición intenta identificarse con esta definición, planteando un escenario de reflexión donde aparecen simultáneamente presencia y ausencia, rastro pasado y potencia futura, sin querer fijar una única aproximación a la obra.

La exposición cuenta con varias de las piezas que otorgaron a Ceballos reconocimiento internacional, destacando sus fotogramas corporales como una apología de la intimidad y de esa distancia cero entre objeto y huella. En efecto, la visión de estas obras provoca una fascinación que aumenta si se observa su proceso de creación. Para tal fin, se cuenta con dos piezas audiovisuales: Humano, la acción fotográfica realizada en el Centro Párraga en 2006 y en la que el público asistió en directo al revelado completo, acompañado por la música de Schwarz; y una segunda rodada en el Parque de Calblanque específicamente para la exposición de la Sala Verónicas, con el objetivo de presentar una técnica inventada por Ceballos: los “olagramas”.

Asimismo, no solo se acude a fotogramas como medio de expresión, sino que aparecen en escena otros elementos que tienen que ver con su historia y su presente: por un lado, la alquimia del laboratorio fotográfico, representada en su luz roja; y por otro, una capa digital, visitable online, que sirve para albergar otras series de Ceballos. Entre ellas, Rumor binario (1999-2006), donde hace un uso simbólico de monitores de ordenador encendidos, frotándolos sobre papel fotográfico, justo en el período en el que la fotografía química languidecía, para indicar el paso a un nuevo paisaje creativo. La Sala Verónicas virtual permite que convivan los fotogramas con otros medios como rayos X y escaneados. Así, alberga en un ámbito diferente una segunda retrospectiva con series no incluidas en la exposición presencial.

Este dispositivo no solo ofrece un medio nuevo para llegar a un público que no puede acercarse a Murcia, también es un contexto pertinente para las preocupaciones y usos de Ceballos en los últimos años, como se puede apreciar en series como Océanos Pacíficos (2017-2020)donde replantea la desaparición de la referencialidad y cuestiona el principio de realidad que tradicionalmente se ha reconocido a la fotografía.

La exposición tiene un catálogo que cuenta con textos de expertos que han analizado la evolución de los nuevos comportamientos fotográficos en España: Enric Mira, Manuel Santos y Pedro Medina. Además, este trabajo crítico se completa con la celebración del encuentro Espectros de la imagen fotográfica, en colaboración con la Facultad de Filosofía de la Universidad de Murcia y el CENDEAC, para debatir sobre el uso artístico y experimental de la imagen fotográfica.

La huella es el molde de la ausencia se presenta así como un proyecto que propone varios niveles de experiencia para pensar el mundo de la imagen y para acercarse a la trayectoria artística de Tomy Ceballos, una obra que permanece en el corazón de la fotografía, manteniéndose indefinidamente en su límite. Por ello, es un escenario privilegiado desde el que descubrir a las nuevas generaciones, marcadas por la inmediatez y la sobreabundancia, otras formas de entender lo fotográfico, aportando una plasticidad que alberga sugerencias insospechadas y una capacidad de reflexión necesaria, capaz de iluminar nuevos mundos y derivas hacia horizontes insólitos.

 

 

José Hernandez Rubio

Autor José Hernandez Rubio

Más artículos de José Hernandez Rubio

Leave a Reply