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“HABITANDO MAPAS” 

NOEMÍ ARTAL

C/ Santiago, 10 –La Alberca (MURCIA) Hasta el 27 abril 2025

Decía Gardel en su famoso “Volver” que veinte años no es nada, pero si recapacitamos sobre cómo éramos nosotros a principios de los dos mil, nos damos cuenta de que cada rayo de sol que nos ha acariciado y cada gota de lluvia que nos ha calado nos han transformado y, de esta forma, saboreamos más este transcurso del tiempo. Al adentramos en esta retrospectiva de Noemí Artal en el espacio transformactivo Santiago 10, y al apreciar que aquí se expone una cuidada selección de las obras más emblemáticas que han traspasado una veintena de años de su trayectoria artística, nos sentimos en una especie de exquisito joyero, ya que incluye algunas de las más preciadas joyas de la vida de esta artista.

Noemí abre con valor y generosidad las puertas de su cotidianeidad, mostrándonos los caminos que ha recorrido en este tiempo, y que constituyen unos íntimos mapas vitales que nos invitan a habitar y sentir un soplo de vida  _  parafraseando de nuevo aquel tango.

“Habitando mapas” transita los territorios de la memoria, el espacio y los anhelos, convirtiéndose en unos mapas emocionales que, sirviéndose de la abstracción y la figuración en sus trazos, resuenan en nuestra jungiana psique colectiva, ya que cada uno de nosotros, en algún momento, también los hemos habitado. La exposición se presenta no solo como un conjunto de piezas artísticas, sino como un “gran mapa” que debe ser comprendido en su totalidad, un mapa que no solo organiza el espacio visual, sino que también actúa como un manual de instrucciones para interpretar la experiencia misma de la vida y del arte.

Como antesala al cofre del tesoro, la artista zaragozana se presenta en el vestíbulo a través de cuatro de sus obras, algunas de las cuales salen a la luz por primera vez en esta exposición.

Una de estas obras es “De rodillas”, una obra íntima coincidiendo con una experiencia personal dolorosa, que contiene la frase “À genoux est la position moins fatigante” (de rodillas es la posición menos cansada) tomada de una novela de Fernando Schwartz y que alude a la sumisión como una forma de evitar la fatiga, algo con lo que esta zaragozana afincada en Madrid no está de acuerdo, y es por eso que las piernas en la pieza no se arrodillan.

En esta proa de la exposición, además de encontrar su autorretrato en “Madre de niños”, podemos apreciar uno de los elementos más característicos de su obra: el color. La artista se ha embarcado en estos años en un largo proceso de investigación que le ha permitido dominar las tonalidades exactas de su principal paleta: los azules y los magentas, llegando incluso a afirmar que el color no es una elección estética, sino una expresión de su mundo interior y la obra en sí misma, ya que ella “ve la vida en azul y rosa”. La base de sus cuadros suele estar compuesta por dos capas: una de tonos amarillos y magentas, que aportan calidez y energía, y otra que incluye variedades de azules, desde el ultramar al turquesa. Sobre ella se superponen y entrelazan diferentes capas de color que proporcionan una gran riqueza visual.

Su concepción profunda y rica del color, más allá de hacernos experimentar una sensación estética, nos abre nuevas formas de ver, de sentir y de interpretar las diferentes temáticas que nos plantea.

Abriendo el cofre del tesoro nos encontramos con diferentes aspectos de nuestros mapas vitales: el frenesí de las ciudades que habitamos, nuestros necesarios lugares de relajación, el agotamiento por la presión social, y el motor que nos ayuda a engarzar y superar estos momentos dando sentido a la vida.

Noemí Artal, ingeniera de formación, ve los lugares que habita como planos, pero lejos de ser una representación fiel de la realidad, los reconfigura visualmente descomponiéndolos en desafiantes formas geométricas y trazos instintivos de color que los dota del aura de la que hablaba Walter Benjamin.

Despoja a los planos de las ciudades de su aparente solidez e inmutabilidad, mostrándolos como un caos organizado y dinámico, condicionado por la propia experiencia de vivir el espacio urbano, desvelando la tensión entre lo visible y lo invisible, fruto de las emociones y recuerdos de la artista de los lugares que habita.

En estas obras, la ciudad se nos plantea no como un ente estático, sino como un espacio en constante transformación abierto a múltiples posibilidades interpretativas, una construcción dinámica que se transforma con cada mirada animando a la reflexión sobre el caos, la fugacidad, la estructura y la ordenación de la vida urbana que habitamos.

En este contexto se hacen tremendamente necesarios los oasis de relajación, siendo Menorca una de las principales musas de la artista.

Se produce una suerte de territorialización de Menorca revelando una forma de verla más profunda y sentida, recordando la fluidez del mar con azules intensos y tonalidades verdes, y el movimiento y la vida a través de las figuras de los peces.

Nos lanzamos en esta parte de la exposición a una experiencia sensorial sumergiéndonos en la luz, el agua y los contornos de las playas, fundiéndolos en una danza de planos que resuelve con su recurso a las veladuras.

La naturaleza se vive aquí como una forma de liberación del cansancio fruto de la presión de las estructuras sociales que aborda en una de las partes más poderosas y conmovedoras de esta exposición: una selección de piezas de su colección “Cansadas”.

Los retratos de mujeres con los ojos cerrados y largas pestañas ofrecen una reflexión sobre la carga emocional y física de las mujeres profesionales que, además de desempeñar papeles destacados en el ámbito empresarial, lidian con las exigencias de la vida familiar.

Estas mujeres, que la artista conoce en su vida personal y profesional, se representan en momentos de introspección y vulnerabilidad, como seres humanos tensionados por la exigencia de cumplir con múltiples roles,  pero impregnadas de una fortaleza silenciosa y rebelde que nos retrotrae al espíritu de su obra “De rodillas”, realizada muchos años antes.

La pintura se convierte aquí en una forma de dar voz a lo que se lleva dentro, en una invitación a conectar con la experiencia humana universal del agotamiento, ese desgaste lento que todos, en algún momento, hemos sentido.

Pasamos ya a desvelar la joya de la Corona, el motor que nos ayuda a engarzar y superar estos momentos más y menos agradables y que nos hace darle sentido a la vida: el amor. Se representa aquí en dos obras: la primera, “Te voy a besar” es un homenaje a su compañero de vida, y la segunda “Amor incondicional”, la clave de la vida.

Decíamos al principio que “Habitando mapas” se presenta como un “gran mapa”, pues bien, su Norte lo constituye la pieza “Amor incondicional”, que discretamente y de forma casi imperceptible preside desde lo alto toda la exposición. Esta pieza simboliza el amor primigenio, universal, incondicional e intangible que todo lo impregna, al que algunos llaman energía universal y otros Dios.

Decía Gombrich que el arte “nos conecta con algo más grande que nosotros mismos y nos ayuda a comprender mejor el mundo en que vivimos”, así que esperamos que el recorrido por “Habitando mapas” te haya ofrecido herramientas para construir una visión más profunda de la realidad y hayas podido descubrir algo nuevo en tu propia vida o en tu percepción del mundo. Y volviendo a Gardel recuerda que siempre se vuelve al Primer Amor.

Virginia Grau

Comisaria de la exposición

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