Skip to main content

EXPOSICIÓN ESCULTURA “PANTA REI: RENACERES. DE LA NATURALEZA AL PENSAMIENTO CRÍTICO”.  De MOISÉS GIL (Concentaina, 1963)

Cieza, Museo Siyasa. Hasta el 16 abril.

De martes a sábado de 11 a 13.30 y de 17,30 a 21,00. Domingos y festivos de 10.30 a 14.00. 

Semana Santa abierto, excepto Viernes Santo y Domingo de Resurrección.

La concejala de Museos, Conchi Villa, y la primera teniente de alcalde, María Jesús López, inauguraron el montaje expositivo junto al escultor Moisés Gil y el autor del texto del catálogo Jesús Giner. La exposición consta de 10 esculturas de gran formato realizada con resina acrílica con pátina plata brillante, en la zona de “la pecera”, y en la planta baja se distribuyen 10 esculturas de pequeño formato sobre pedestal de acero, junto a 28 dibujos explicativos y bocetos en formatos que van desde A4 a A5 realizados en grafito, resina, nogalina y cuerda sobre sobre papel.

Texto del catálogo: Jesús Giner.

‘Panta Rei: Renaceres. De la naturaleza al pensamiento crítico’, del escultor Moisés Gil (Cocentaina, 1963) invita a los visitantes a la reflexión y a la acción del individuo en constante lucha existencial, frente a las múltiples situaciones que se viven en las sociedades contemporáneas. El concepto de hombre, representado “por un pequeño gran hombrecillo” define una completa ontología del ser humano en la que el hombre es y se siente individualmente diminuto, aunque fuerte y vigoroso en grupo, plenamente integrado en la naturaleza y en la ignota y compleja realidad. Pero el ser humano también es conciencia en el tiempo y producto de una desconcertante sociedad, que le obliga a sobrevivir con múltiples y permanentes máscaras que impiden mostrar su faceta más cordial y solidaria. En 1951, el novelista y filósofo Albert Camus publicaba El hombre rebelde, concebía el arte como una manera idónea de moldear el mundo para que los conflictos del mismo pudieran ser fácilmente visualizados; pues el arte es vehículo de pensamiento cuando se aleja de la mera representación del mundo en sí, es decir, de las estéticas realistas. No hay, pues, separación posible entre arte y filosofía, como no hay fronteras entre las distintas disciplinas que el ser humano se propone para comprender, actuar o amar. La creación es una forma de rebeldía humana contra el absurdo de un mundo carente de sentido y coherencia. La obra de arte mantiene la tensión humana frente al mundo y, por ello, mantiene despierta la conciencia y la rebeldía como única superación de lo absurdo.

Moisés Gil sus representaciones de individuos en diferentes estructuras escultóricas para señalar mejor el lugar del hombre en el mundo, en sus diferentes entornos, a veces hostiles; es un hombre desnudo con sus músculos en tensión, absorto en su pensamiento. Constituye la exacta representación de la actividad de pensar que se realiza, necesariamente, con todo el cuerpo, un cuerpo tensionado pero tranquilo, como lo mostró en 1903 Auguste Rodin con su Pensador, considerado icono perfecto de la actitud filosófica.

Los personajes de Moisés Gil son una representación conceptual del hombre solitario que camina con los brazos caídos y sin rumbo conocido; es la imagen sencilla del hombre ordinario y de su enorme humanidad, que mantiene el equilibrio con la ayuda de sus brazos. Es una muy acertada visión de la soledad y del aislamiento del ser humano contemporáneo, como ya recordó en 1961 Alberto Giacometti en El hombre que camina, y del que el filósofo existencialista Jean-Paul Sastre afirmó que era una escultura a medio camino entre el ser y la nada. Moisés ubica precisamente sus hombrecillos en ese territorio difuso, fronterizo, complejo, ilusionante, por descubrir, lleno de trampas y espejismos entre el difuso ser y la incierta nada.

Moisés Gil nos interroga, reclama nuestro interés, como también lo hizo la escultura de 1966 El que llama de Gerhard Marcks; pero los individuos de Moisés no necesitan amplificar su voz acercando las manos a la boca formando embudo, sino que nos exhortan insistentemente con la potencia de su ubicación en el entorno vital y social de un mundo complejo, ambiguo y repleto de aborrecibles manipulaciones de toda índole.

Las figuras humanas de Moisés Gil, con sus grandes pies, pisan firmemente el suelo, abarcan grandes porciones de realidad del mundo que les rodea, caminan incansablemente en una utópica dirección marcada por la necesaria floración de nuevas ideas y realidades. Los individuos arrastran el pesado mundo con grandes sogas, con gran esfuerzo, pero con vigor pues, concienciados y comprometidos, se ven obligados a mover el mundo, a tirar de él para recomponerlo y reorientarlo hacia la correcta dirección, tarea constante y titánica, pero utópica y esperanzadora.

El concepto total de hombre, de mundo, de naturaleza, de solidaridad, de compleja sociedad, de necesaria rebeldía, de honesto compromiso, del ser y de la nada, de la plena vida cotidiana, o de utópicos proyectos vitales, son los conceptos metafísicos que presentan las esculturas de Moisés Gil, con explicaciones, diálogos y ontologías de un mundo que no cesa de rodearnos y con el que nos vemos obligados a interactuar a lo largo de nuestra vida.

Ese es el mundo escultórico que se nos presenta: apasionante y apasionado, incierto y por construir. Hegel, filósofo del idealismo alemán, afirmaba que “el arte nos ofrece apreciaciones sensibles de las formas universales y el hombre se ha servido siempre del arte como medio para tener conciencia de las ideas e intenciones del espíritu”. Un ilusionante, enorme, necesario y trabajoso reto conceptual el del arte.

Victor Miguel Villa

Autor Victor Miguel Villa

Más artículos de Victor Miguel Villa

Leave a Reply