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NOCIONES DE ARTE MODERNO -FIN S.XIX a PRINC. SXXI-

(I)  “GOYA Y TURNER COMO PIONEROS DESDE EL ROMANTICISMO”

Sabemos que desde la Revolución Francesa (1789) empezaron a resquebrajarse las estructuras políticas asentadas en estados monárquicos absolutistas. Además, a la caída de los grandes imperios (Rusia, Alemania, Austria-Hungría), le iba a suceder la remodelación de las nuevas fronteras europeas, inalterables desde el Congreso de Viena (1815) y su defensa del ancien regime. Los movimientos revolucionarios de 1830 y 1848 auparon a la burguesía al poder en países como Francia, Países Bajos o Austria con monarquías parlamentarias, donde Alemania, Italia y España eran escenarios de interesantes iniciativas liberales. Los avances técnicos en la pionera Gran Bretaña desde finales del Siglo XVIII, y el desarrollo de la Revolución Industrial que progresaba imparable durante toda centuria en el resto del continente europeo, provocaron que fuese asentándose una economía industrializada al relegar al sector primario. Los cambios sociales también se iban imponiendo y las ciudades iban a albergar ingentes bolsas de trabajadores, lo que alteraría profundamente el paradigma ideológico y cultural conocido.

En cuanto al Arte, sin dejar de caminar en paralelo a la historia social y política, es muy revelador que se adelantara a su tiempo unas décadas antes. Al respecto, el escritor y ministro francés de Cultura André Malraux llegó a proclamar en 1965 que la obra de Francisco de Goya ya había supuesto el inicio de la pintura moderna. Y en efecto, quizá fuera en esos primeros años decimonónicos donde podríamos atisbar un cambio de tendencia pictórica de la mano del pintor aragonés, respecto a lo comúnmente aceptado, sobre todo con sus series de los sugestivos “Caprichos”, de las tétricas “Pinturas Negras” y de los sufridos “Desastres de la Guerra”. Porque el artista afrancesado, receptor y simpatizante de los nuevos valores asentados en mayores justicia social y libertad, plasmó en sus trabajos una revolucionaria concepción artística hasta entonces desconocida: entre otras cosas, reflejar su dolor y su preocupación por la deriva de su país, por la guerra, por la corrupción política y borbónica, por la indiferencia hacia el pueblo analfabeto y hambriento y por otras lacras que presidían el panorama social hispánico.

Frco. de Goya: “Bonita proeza” -1812-(M. Prado)

   Por otro lado, recordemos que por la cultura del diecinueve transitó un hombre del Romanticismo artístico que sentía nostalgia por el pasado, y por cuestiones referidas al amor pasional, la mitología o la muerte, así como una especial querencia por las emociones que le suscitaba la Naturaleza, cuyo primer seguidor en Gran Bretaña fue Joseph William Turner. El pintor inglés sería uno de los primeros impulsores de la creación excelsa, defensor de lo sublime, una noción enfocada a la interrelación entre el hombre y su entorno exterior, una búsqueda plástica en la pureza y la fuerza de los fenómenos atmosféricos como la tempestad, la niebla, la tormenta o la lluvia. De ahí que sus pinturas se asentaran en una desmaterialización de las formas que tanto gustara a los impresionistas unas décadas después. Lo cambiante, lo accidental, bajo una luz intensa y cegadora del paisaje son rasgos pictóricos de Turner, de los que los pintores franceses posteriores tomarían muy buena nota.

J.W. Turner: “El incendio de la Cámara de los Lores”-1835- (Cleveland Museum)

  Por consiguiente, cobran mucha relevancia estos primeros tanteos hacia la modernidad artística: en esa incipiente ruptura de Goya, anticlásica, moralizante y libre de ataduras, y en una obra de Turner efusivo, irracional y arrebatador.

Además, también en el plano cultural, el carácter público de los museos va tomando identidad en el nuevo mundo urbano. Si hasta entonces las obras de arte pertenecían a colecciones privadas y no formaba parte del patrimonio del Estado, los nuevos valores democráticos y liberales reivindican el derecho a una educación popular. La socialización del patrimonio vino de la mano de los ideales revolucionarios, que abogaron por la exposición pública de obras hasta entonces reservadas a las élites. El museo resultará otro protagonista indiscutible que avanza durante el siglo XIX en el camino hacia la modernidad.

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