EXPOSICIÓN “CONTICINIO”
NICOLÁS DE MAYA
Murcia: Sala Verónicas) Hasta el 23 julio.
Textos: Manuel Cebrián y Nicolás de Maya
“Sin renunciar a su personalidad como pintor, para esta propuesta site-specific, el artista ha preparado cuadros de gran formato, varias instalaciones sorprendentes que amplifican su trabajo hasta un límite nuevo, en este caso el de un autor capaz de entender el espacio para generar una experiencia estética global”, señaló Cebrián.
La exposición, comisariada por Sema D´Acosta, funciona por fuerzas opuestas y complementarias, pero interconectadas, que se encuentran tanto en la naturaleza como en la condición humana. La dicotomía cielo-tierra podría ser el marco general que articula la muestra, determinando un concepto general que va de lo espiritual hasta lo antropológico.
Uno de los temas centrales de la trayectoria del artista es lo cotidiano, el modo en que captura lo cercano y elude lo excepcional. Esas cuestiones, aparentemente anodinas, vistas con la perspectiva de los años, logran construir un retrato bastante aproximado de la idiosincrasia de cualquier sociedad.
Para De Maya, que toma como punto de partida la realidad que vemos, la representación de los matices de un cielo cambiante supone un ejercicio de superación de la figuración, explorar una dimensión desconocida.
Además de esta línea de trabajo en torno a los cielos murcianos, se adentra también en otras cuestiones profundas vinculadas a la cosmovisión de la Región como pueden ser el conjunto de la Santa Cena de Salzillo, el cordero segureño, el vino autóctono, los atardeceres de La Manga o el característico color rojizo de la comarca del Noreste, entre otros asuntos de carácter vernáculo, un políptico de lectura abierta para que el visitante saque sus propias conclusiones.
‘Conticinio’ es una palabra poco común que sirve para designar ese momento intermedio de la noche en que todo está en silencio, un trance en el que las ideas se asientan y el mundo se detiene para descansar. Este periodo intenso de expectativa ante lo que está por venir, equidistante del crepúsculo y el amanecer, es un intervalo de especial recogimiento donde no existe ruido que perturbe la paz.