EXPOSICIÓN “BIBLIOTECAS”
PAU PELLÍN.
FUNDACIÓN PEDRO CANO.
Blanca. Hasta el 2 de julio
Textos: Manuel Madrid (LA Verdad) y Pau Pellín (artista)
Imágenes: M.M.G. (L.V.)
Arte. Pau Pellín muestra en la Fundación Pedro Cano de Blanca ‘Bibliotecas’, una serie dedicada al cuento de Borges ‘La biblioteca de Babel’; el domingo ofrecerá a las 12 una visita guiada
Hará cinco años que Pedro Cano vio por vez primera una obra de la pintora y filósofa Pau Pellín (Novelda, Alicante, 1973), en el XVIII Concurso de Pintura de la Universidad de Murcia. «Era una cosa pequeña, para los cuadros de gran formato que suelen presentarse, pero tenía un aire distinto, y yo apreté mucho y lo sostuvimos, hasta el punto de que le dieron el accésit. Desde entonces me quedé con la idea de que pudiera hacer una exposición, y estoy muy feliz con el resultado». El artista de Blanca se refiere a ‘Bibliotecas’, la muestra que responde a aquel pensamiento, y que Pau Pellín exhibe estos días, hasta el 2 de julio, en la Fundación Pedro Cano, en la llamada ‘Villa del Libro’.
Arranca esta propuesta introduciendo una reflexión sobre la biblioclastia o biblioclastía, es decir, la «compulsión histórica a deshacerse de los libros», como sucedió en la Alemania nazi, con rituales de destrucción de libros en quemas. La mítica Biblioteca de Alejandría también desapareció por completo. «No solo puede ser una quema, sino también la dejadez, el descuido». A raíz de la pandemia, por ejemplo, las bibliotecas de muchos centros escolares fueron transformadas en aulas, y no han sido pocos los casos en que esos antiguos usos no se han restaurado. Incluso se han vivido casos insólitos «de compulsión» que han dado lugar a que acabaran en los contenedores volúmenes a pares, como atestigua la propia artista. «Recuerdo que rescaté algunos libros de una de esas purgas, y me dediqué a dibujar en las páginas rotas retratos de escritores, de profesores o lectores anónimos». Aparecen Aute, Giner de los Ríos, Borges, Octavio Paz… Estos libros están suspendidos dentro de cajas de madera, «a modo de cajas de juguetes», encapsulados, «como algo lúdico».
Diez años de trabajo ha dedicado Pau Pellín a esta interpretación de un relato de Jorge Luis Borges, ‘La biblioteca de Babel’. «El universo (que otros llaman la Biblioteca) se compone de un número indefinido, y tal vez infinito, de galerías hexagonales, con vastos pozos de ventilación en el medio, cercados por barandas bajísimas. Desde cualquier hexágono se ven los pisos inferiores y superiores: interminablemente». Así comienza este cuento que apareció incluido en ‘El jardín de senderos que se bifurcan’, colección más tarde recogida en ‘Ficciones’ (1944).
En los ‘altares’ coloca a figuras que no tienen nada que ver con la santidad, o sí, como el músico Leonard Cohen
«Siempre me ha impactado –reconoce Pellín, que este próximo domingo, a las 12 horas, realizará una visita guiada a la muestra abierta a cualquier interesado– esa descripción de la biblioteca con toda la combinación de caracteres alfabéticos posibles. La pregunta sobre si es infinita o no, esa disposición en hexágonos… pero más allá de esa disposición geométrica o especular, lo que más me gusta es la vida de los bibiotecarios, que nacen y mueren allí, de modo que lo que buscan es el sentido. Cuando abres un libro, toda la combinación del alfabeto, de los signos, la mayoría es un absurdo, pero a lo mejor hay alguno que de casualidad tiene el Quijote, o el libro de tu vida. De modo que ellos peregrinan por las diferentes salas buscando aquel libro que contenga el orden, el catálogo, el índice, el sentido de todos esos elementos dispersos». Así que aquellos retratos del comienzo en los libros rescatados son, en cierto sentido, aquellos bibliotecarios de Borges que viven un encierro.
Eso conecta con una pregunta filosófica: ¿Cuáles son los límites del conocimiento? «El conocimiento es», expresa Pau Pellín, profesora de Filosofía en un instituto de Alicante, «lo único que nos enraiza con el mundo, con la realidad. Conecta lo de dentro con lo de afuera. Y en el fondo es lo más íntimo que existe, porque es absolutamente subjetivo lo que uno percibe, ve, piensa… y aunque lo compartas, nunca sabes si con el lenguaje todo eso llega afuera». Para expresarlo a su manera mediante arte, estas bibliotecas de Pau Pellín están construidas con la técnica del collage. Todo absolutamente lleno de palabras, signos, hay fotografías antiguas, plumas o ramas incluso. «Si tú miras los elementos que componen la realidad, tú no ves el edificio. Para ello tienes que alejarte, y cuando te alejas, pierdes los elementos concretos. Para averiguar el sentido, tú tienes que alejarte de la realidad. Así que el conocimiento es solo una interpretación o un intento, como decía Nietzsche, por eso los libros se multiplican». Parece por momentos que esas bibliotecas son infinitas, interminables. Lugares donde se hunden las posibilidades.
Obras de gran formato, originalísimas, góticas, angustiosas. Ante este caos difuso tu cabeza quiere ordenar elementos dispersos, pero a veces, inevitablemente, despiertan raras asociaciones. Venecia va y viene en ese juego. En algunas combina lo sagrado y lo profano, y así es como en estos templos del saber, como catedrales del conocimiento, en los ‘altares’ Pau Pellín coloca a figuras que no tienen nada que ver con la santidad, o sí, como Leonard Cohen. Incluso fantasmas.
En algunas piezas hay esparto, hojas de periódico, papel de lija cortado y vuelto del revés. Miles de curiosidades. Poemas incluso. Frases sueltas. Palabras sin sentido. El espectador debe ser agudo.